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Rusia-Israel. ¿El final de una alianza?

  • sebastiancote-pabo
  • 26 sept 2022
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 26 sept 2022

Artículo publicado en julio de 2022.





En los últimos meses las relaciones entre Rusia e Israel se han venido deteriorando rápidamente y la guerra en Ucrania puede llevar esta situación, por muchos motivos, a una auténtica crisis.


Israel logró consolidar en el tiempo una alianza estratégica con Rusia. A principios de los 90 y como consecuencia del colapso de la URSS, aproximadamente un millón de judíos rusos que recibieron autorización para salir de su país fueron absorbidos por el Estado de Israel. Actualmente, el 16% de la población israelí es de origen ruso y Rusia alberga a más de 450.000 judíos.


A pesar de que Rusia no es hoy uno de los principales socios comerciales de Israel, en 2022 la balanza comercial entre estos dos países es 400 veces mayor que en 1991, especialmente en intercambios de metales preciosos, plástico, tecnología y equipos militares. Es de notar que algunas empresas israelíes ayudaron en su momento a construir una fábrica de drones en Ekaterimburgo.


Durante la administración Obama, Washington no solo negoció con Irán, sino que se acercó mucho a los países árabes, lo que hizo que Tel Aviv se aproximara aún más a Moscú. Por eso, en 2014, Israel se abstiene de condenar la anexión de Crimea.


En 2015, Rusia interviene en la guerra civil siria buscando varios objetivos estratégicos: retomar el control del puerto de Tartús para acceder a aguas templadas y proyectar su poder desde el Mediterráneo; transformar a Siria en un laboratorio para ensayar nuevas armas; adueñarse de algunas refinerías de petróleo. Pero, más allá de estas consideraciones, lo que pretendía Rusia era convertirse en un “actor indispensable” con el fin de afianzar su permanencia en Medio Oriente. Por eso Rusia establece buenas relaciones con todos los Estados de la región para erigirse como árbitro, como mediador en las disputas interestatales. Ahora todos deben acudir a Putin para solucionar los problemas con sus vecinos, pero lo que menos le interesa al Kremlin es resolver dichos conflictos porque de hacerlo ya nadie lo necesitaría y no podría perpetuarse como actor indispensable en la zona.

Rusia autoriza en Siria el paso de aviones israelíes cuando van a bombardear posiciones iraníes o de Hezbollah. Han sido centenares las incursiones en los últimos siete años y las baterías rusas (S-300 y S-400) no disparan contra los jets israelíes. Este ha sido un acuerdo tácito desde 2015. Sin embargo, ya desde ese mismo año, algunos miembros de la Knesset se alarmaron por el hecho de que Putin estableciera alianzas tan sólidas con los peores enemigos de Israel: Irán, Hezbollah y el régimen sirio. Otros a su vez se mostraron más tranquilos al saber que un “amigo” estaría siempre vigilante y mantendría a raya a estos actores.


Hoy lo que observamos es que Rusia ayudó a posicionar con firmeza a Irán y a Hezbollah (esto es un pleonasmo) en el sur de Siria, muy cerca del Golán. Incluso, el pasado mes de junio, las Fuerzas Armadas rusas y sirias llevaron a cabo ejercicios militares conjuntos a pocos kilómetros de la frontera israelí. En febrero de este año, pocos días antes de la invasión a Ucrania, Rusia llevó a Siria misiles hipersónicos y bombarderos capaces de portar armamento nuclear.

Como resultado de la guerra iniciada por Rusia hace cinco meses, muchos efectivos rusos estacionados en Siria empezaron desde mayo a ser trasladados a Ucrania para combatir hombro con hombro con los mercenarios sirios y libios contratados por el Kremlin. Al parecer algunas de las bases rusas en Quneitra y As-Suwayda van a quedar ahora en poder de Irán y Hezbollah. A esto hay que sumarle el hecho de que, en abril, una delegación de Hamas fue acogida en Moscú por Sergei Lavrov, justo cuando se estaban presentando disturbios en la Explanada de las mezquitas.


Sin duda, el evento más relevante dentro del declive en las relaciones ruso-israelíes se presentó el viernes 13 de mayo. Ese día Israel lanzó una ofensiva aérea en la ciudad de Masyaf, distrito de la gobernación de Hama, y, según el Canal 13 israelí, en esta operación Rusia abrió fuego contra los aviones israelíes pues se activaron por primera vez los misiles antiaéreos S-300 que solo pueden ser manipulados por los soldados rusos apostados en Siria. Ningún jet fue derribado en esta ocasión, pero lo que debemos preguntarnos es, ¿cuál es el mensaje que Putin le quiere transmitir a Tel Aviv con todas estas acciones?



Bombardeo de la Fuerza Aérea israelí en Siria.


El mensaje es claro: “Si apoyas a Ucrania te puedo complicar las cosas en Siria”. Israel envió ayuda humanitaria a Ucrania apenas iniciada la guerra y Bennet manifestó su respaldo al pueblo ucraniano. En respuesta a la anterior declaración, la delegación rusa de la ONU criticó unos planes de construcción en los Altos del Golán porque adujo no reconocer la soberanía israelí en un territorio que le pertenece a Siria. Desde mayo, Israel ha estado enviando no solo medicamentos sino también equipo protector (cascos y chaquetas flak) a Ucrania. Lavrov responde acusando a Tel Aviv de estar apoyando a un régimen neonazi en Ucrania (el ministro de Exteriores llegó incluso a afirmar que Hitler era de origen judío y que los peores antisemitas son los mismos judíos). Luego, Israel pone en tela de juicio el objetivo ruso de desnazificar a Ucrania y condena las atrocidades cometidas por el ejército ruso en la ciudad de Bucha. La réplica se produce a principios de este mes por parte de María Zakharova, quien le exige a Israel el cese de los bombardeos aéreos en Siria.

¿Es tan significativa la asistencia brindada por Tel Aviv a Kiev como para que Moscú se pronuncie de forma tan enérgica contra uno de sus aliados? No realmente, pues el apoyo ha sido muy limitado hasta ahora. Por otra parte, Rusia está sencillamente sintiendo la enorme presión de estar aislada internacionalmente y de que su ejército no esté teniendo el mejor desempeño en Ucrania; por eso necesita acercarse ahora más que nunca a unos aliados que constituyan un bloque (Irán, Siria y Hezbollah) en detrimento de otros aliados.

¿Por qué Israel respalda a Ucrania a pesar de que esto puede causar la ruptura de una alianza estratégica con Rusia? A Israel le preocupan las comunidades judías de Ucrania, país que está muy ligado a la historia del judaísmo con dos ciudades símbolo: Odessa, llamada la Jerusalén de Europa, y Uman, sede de la tumba de Najman de Breslev, rabino muy venerado por la comunidad jasídica.


¿Es tanta la preocupación de Israel que le venderá finalmente a un insistente gobierno ucraniano el sistema de defensa antimisiles “Cúpula de Hierro”? Dicha venta podría constituirse como un punto de quiebre definitivo en las relaciones ruso-israelíes y el surgimiento de dos bloques muy definidos en Medio Oriente: Rusia-Siria-Irán-Hezbollah y EEUU-Israel-Arabia Saudita-Emiratos Árabes Unidos. Todo parece indicar que en el oriente europeo se está escribiendo un nuevo capítulo de inestabilidad para el Oriente Medio, región que es ya la más volátil, caótica y estratégica del planeta.

 
 
 

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